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Friday, November 25, 2005

Efímero resplandor de una mente con anhelos

Como decía la historia de Felo, que le contó el primo, del tío, d ela vecina, de la cuñada, del hijo, del abuelo, de la comadre de no se quién; ayer recordé un comentario de una persona de desestimada relevancia, sobre una extraña sensación en particular... Cuando al termino de una relación te analisas y no sientes nada.

Octava página de mi diario, el archivo de Way Roth.

El tiempo es tanto como se mire en el reloj, o en el calendario de una oficina. Las horas, los días, los meses, caminos, vivencias. Y con el correr de éste, ¿hasta que punto pueden desaparecer los sentimientos?.

Quizás, una barrida rápida por mensajes, cartas, teléfonos, fotos, es en semejanza leve un exterminio de ideas, presencias, anhelos; y otorga por un rato, la tranquilidad de no tener de que preocuparse... por un rato.

Antes de todo, hablar, siempre es necesario hacerlo, no dejar cosas en el aire, no pensar en posterioridad "se me olvido decir...". Tratar de expulsar de tus labios las últimas frases, todo en busca de la propia tranquilidad, esa que te da tu forma de actuar, el sentirte seguro de que lo hiciste bien.

Y aunque todos cometemos errores, algunos más graves que otros, pero lo hacemos; no creo en el arrepentimiento, en otras palabras menos drásticas, no sé cuan real sea, y de serlo no puede ir sólo en las palabras, va en los actos, al igual que el demostrar cualquier tipo de sentimiento.

- Demuéstrame que me amas
- Te amo...
- Pero demuéstramelo...
- ¡Te amo!...
- Haz algo, no hables.


Los momentos se van con las ausencias al olvido.

Duermo de nuevo, aniquilo mi falsedad, vuelvo al bajofondo, oculto, sublime...

Por un momento pensamos en que el pequeño instante de alegría sería permanente, por un momento creíamos en lo que nuestras mentes anunciaban, los anhelos se esfuman, mi mirada permanece... Jamás perdí mi rumbo.
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