El Woodstock del Maipo
No siempre hay recitales que se merezcan un posteo en mi blog. Esta vez no se trata de mi grupo gringo favorito -de esos que poco se aparecen por los países tercermundistas-, ni alguna super estrella del rock, ni nada de eso. Hace dos fines de semana me mandé un carrete que simplemente se instala entre los top five. Y no solo como fiesta, también como paseo y recital, en todas las aristas es uno de los mejores.

Lejos de la farándula viñamarina. A 20 kilómetros de Argentina y a más de 100 de Santiago. Paisaje semiárido, nueve pozas termales, un escenario de 6.5 metros de ancho, 6mil personas, 4 bandas, marihuana y alcohol; todo junto en un solo lugar: La fiesta de la cordillera. El adiós a las vacaciones.
Febrero se agotaba y debía existir una forma de despedir el verano sin pensar en la onda festivalera y sin recursos ni tiempo para grandes paseos mochileros al sur. En pleno paradero 27 de Vicuña Mackenna la solución. Un afiche anunciaba la 9ª versión de la fiesta de la cordillera. El lugar del evento: Las Termas del Valle de Colina a 104 km de Santiago, siguiendo el camino al Cajón del Maipo hasta el final; donde ya no hay más que cerros y montañas.
Pasado el tramo pavimentado sin ningún árbol alrededor y con parajes que a pleno sol parecían más postales del desértico norte de Chile, comenzaba una ruta que llena de baches y ripio era más apta para una manada de caballos que para un Vitara. En el camino autos apunados por la altura y el calor. Conductores con cara de esperanza posaban con el pulgar extendido buscando la ayuda de un buen samaritano con agua de sobra.
Luego de pasar por San Gabriel, El Volcán, Lo Valdés y Los Baños Morales, una explanada llena de carpas, un escenario frente a una poza de aguas termales, música y olor a carne daban fin a más de tres horas de viaje. Más al fondo, vehículos desparramados a metros del epicentro del show esperaban que llegará la hora de disfrutar del Woodstock del Maipo.

Más puntuales que un inglés, justo a las diez la banda tributo a Pink Floyd, Brain Damage, arremetió en la oscuridad con los primeros acordes de “In the flesh.”. La cantidad de gente junto al escenario comenzó a aumentar todos echando humo, empinando el codo y coreando éxitos como “Another brick in the wall”.
De pronto las luces volvieron a apagarse y unos rayos láser color verde que apuntaban al público sumados al alcohol y la marihuana hacían alucinar al más puro estilo “Matrix”. Todos dirigieron las miradas al lado derecho de la explanada; ahí unos troncos de dos metros apilados en punta esperaban ser prendidos para conformar una fogata gigante.
Un muñeco de fuego cayendo desde los cerros encendió la madera y creó la euforia entre los asistentes que gritaban y alzaban sus “copetes”. Mientras todos se acercaban a la fogata la banda volvió a irrumpir para cerrar con el clásico “Money” y en medio de aplausos dar paso a La Prostitución, banda chilena que acompaña a Charly García cuando éste visita nuestro país.
Con éxitos de Lenny Kravitz (Are you gonna go my way) y Led Zeppelín (Rock & Roll) entre otros, la agrupación logró mantener el ambiente y al público meneando sus melenas. Los gritos se desataron cuando Kiuje Hayashida, voz y guitarra, hizo alarde de sus habilidades con un solo que dejó pidiendo: “¡Otra, otra!”; pero la banda cerraba así su repertorio.

Con temazos como “Samba landó” y “Medianoche” los virtuosos históricos hicieron vibrar a la gallada quienes con admiración veían como Durán, Salinas y compañía entregaban una cátedra de buena música. Luego de más de una hora de presentación el grupo se despidió dejando a los asistentes encantados; ya todos bastante borrachos y volados, listos para bailar y gozar al ritmo de los encargados del cierre: La Sonora Palacios Jr.
Antes, Sabor hizo lo suyo, cantó sus pocos éxitos y recibió el cariño del público: “Y yo vi un león”, todos corearon: “Hueón, hueón”. Luego presentó el concurso de la noche: “Miss Termas”. Doce chicas cercanas a los 18 años sobre el escenario dispuestas a dar todo por las 40 lucas de premio. Finalmente por barra ganó una gordita puentealtina, simpática y de bonita letra.

Tras dormir –algunos– un rato, la gente disfrutó de un día templado sumergidos en las 9 pozas de agua con barro natural y una temperatura entre los 60º y los 22º Celsius. Levantaron las carpas, cargaron los automóviles y tras un rico asado, todos dijeron adiós al verano. Todavía bajo los efectos del alcohol y la marihuana partieron de vuelta a la realidad: El Smog, los tacos y los gastos del mes más odiado del año: Marzo.
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Pd: No subí el artículo antes porque el tema figuraba como posible crónica de La Nación Domingo. Pero adivienen; se quedó en el camino. Bien en un próximo posteo como "El Practicante: Parte 2", anotaré algunas reflexiones al respecto. Por ahora maravillense con el recital del verano, y preparense para marchar el próximo año rumbo a las Termas Valle de Colina. 100% recomendable.