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Thursday, May 11, 2006

Despertando a la vida

En el abandono de las circunstancias, mi blog estaba a la intemperie. Pero llegó nuevamente el momento en que mi cerebro expulsó las ideas; mis dedos a través del teclado y la pantalla que imprimió virtualmente mis palabras y mis pensamientos. Hoy es once de mayo, hoy estoy de cumpleaños. Y -aunque suene para grandes pensadores- el día de cumpleaños, ¡Es el día de cumpleaños!

Sin torta pero con pasteles; sin fiesta pero con varios carretes, acá les va la vigésimo primera reflexión del diario de Way Roth: Cumpleaños feliz, me deseo a mi.

Hoy anexé a mi fichero vivencial un año más -que más da-; casi un cuarto de siglo; dos docenas de primaveras; o cerca de dos decenas y media de abriles; como sea, hoy cumplí veinticuatro años. ¿Y qué?

En contraposición al año pasado, este día ha estado -porque aún no acaba- lleno de saludos. Conozco "casi" a las mismas personas, pero esta vez fueron más los correos, los llamados, los mensajes y más los abrazos. Y yo en mis escritos anteriores despidiendo al mejor año de hasta entonces mi vida, el 2005; y definitivamente este, el del perro, lo ha superado considerablemente.

Tengo un año más y no me siento ni más viejo ni más joven. La mayoría de mis amigos tienen entre dos o tres años menos y creen que estoy "longevo"; no notando que cuando tenga sesenta y siete ellos tendrán a lo menos sesenta y cuatro; ¡que gran diferencia! Se asomó la mitad de esta década en mi carnet y no me raspa la espalda el miedo a que venga la otra.

No tiene ninguna diferencia a tener veinte, aunque debo admitir que me siento más maduro. Siento que en el último año he crecido y aprendido lo que en un lustro anterior. Ya voy en la recta final de mi educación; estoy entrando a la etapa de la independencia total; me siento más grande, más experimentado, más integral.

Puedo manifestar que definitivamente este ha sido uno de mis mejores cumpleaños. Estoy donde quiero estar. Estoy mejor que nunca. Estoy concentrado, atento a los cambios y dejándome llevar por las emociones; sigo revelando del mundo un montón de cosas nuevas; cada día me descubro y me descubren nuevamente.

Me vuelvo a preguntar como es que estoy en el momento justo y por qué el hombre común se asemeja más al chimpancé, que a un Nietzsche o a un Platón. Tomo vuelo y espero las próximas dos docenas de primaveras; en las de hoy lejos los mejores obsequios fueron ser el futuro padrino del nexo Leiva-Daneris; y los besos de Amelié.

Me abstraigo y despierto al mundo. El camino púrpura y la escalera al cielo los fabrico con mis manos; el destino me lo pavimento yo mismo.